sábado, 22 de enero de 2011

"Crónica de un viento anunciado"

Queridos..amigos..de..Pirineo..total;
Me acabo de levantar de una siesta tras una copiosa comida frente al televisor. He visto el telediario, los deportes y hasta el tiempo.  El telediario es un comic, los deportes un drama para el Madrid y el tiempo el equivalente de los horóscopos.  Hoy soy un “civil” más que ha tomado vermouth, ha dado un paseo con perro y “M” por el parque y haciendo caso a la tv, me acurruco en casa al abrigo del fuego y sin exponerme a la intemperie. Nos estamos volviendo tontos tanta alerta y tanta corrección política…
“Posponiendo las buenas noticias”
Mientras escribo esta crónica el viento sigue aullando fuera. 2 días llevamos soportando las bromas de Eolo y casi 2 meses la ausencia del regalo del Hacedor. Los Dioses están locos o asistimos a la guerra de los mismos como en la mitología Griega. Yo casi estoy contento a pesar de la penuria porque por lo menos hace frío y estamos en invierno. Larga vida al invierno.
Y ayer, a pesar de que nos inclinábamos por 2 opciones, se produjo la 3ª; la apertura de la estación y la evacuación. Asumamos todos que el futuro es algo impredecible. Incluso hoy, que Eolo soplaba desde el principio pensábamos todos en subir y en celebrar la carrera y subir al pódium a los nuestros. De nuevo, nuestra página “Nostradamus tempus.com” ha fallado.
Pero tengo que decir que ayer fue el primer día que bajamos al pueblo por el camino. Y lo hicimos como si de un día de paketón se tratase; por las trialeras, las líneas y los atajos. Eso sí, bajamos sin tablas. Pero no quiero adelantar acontecimientos porque para llegar a ese punto habíamos luchado con los elementos a capa y espada. (A espada que con capa hubiésemos acabado volando). El frio viento movía las sillas y congelaba a sus ocupantes. La ventisca eran trozos de nieve y costra. Los llanos eran trampas mortales en las que te quedabas parado. Los grupos A se tiraban en chuss desde Corona para llegar al otro valle. Las pistas parecían humear mientras los depeaches deslizaban en contra de la pendiente. Y eso acabó a las 12 en punto en que se recogió a todo el mundo en la cafetería.
Era el momento para que la sangre volviese a recorrer las puntas de las narices (si Javi. A mí me costó más que al resto) los dedos y las mejillas. También para comer y esperar que amainase el viento. Tiempo para meter todo en la mochila y bajar esquiando hasta Sta. Cruz para calzarse las botas y seguir el descenso caminando viendo soldaditos alemanes resbalar por el hielo. Un agradable paseo silbando mientras recuerdas tiempos mejores; aquí me metí en los buchos, aquí me cargué el canto, piñazo se metió en ese árbol tal, el bote que en esa piedra dio Pascual.
Qué tiempos aquellos, cuanta nostalgia que bajábamos llorando todos. Y es que juraría que era otro camino el que hacemos en invierno. Y no, no pensamos bajar la Fajula esa con tijeras en ningún momento. Decir que llegamos a tocar chufa antes que nuestros compañeros del huevo pero más cansados. Grindamos la valla como es tradición y acabamos limpios casi todos.
Hoy ha sido más triste. El viento ha suspendido la carrera en la que Sarita y Carol arrasarían en el pódium. Las expectativas, el trabajo de mucha gente y los mil saludos no han valido para nada. Aunque todo lo anterior ha mutado en cafés, tertulias y aperitivos mientras nuestro mundo se movía a ráfagas delante de nuestros ojos. “Si lloras porque hace viento, tus lágrimas te impedirán ver los calamares” Viejo proverbio esquiador.
Desde el cálido hogar, para Pirineo total; Rustav Cristiania.

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